¿A modo de introducción?

¿Qué es la vida? Se preguntaba Segismundo en la famosa obra de Calderón de la Barca

Y respondía: “una ilusión…”

Añado: sentir, pensar, hacer…

Desde hace años me quitan el sueño las preguntas. Tras mucho pensar y compartir con colegas de la vida, me doy cuenta de lo que más falta nos hace hoy es devolverle a la educación el sueño, la capacidad onírica, la dimensión

Homo ludens definió Huizinga al ser humano. No es que no sea sapiens, anhelante de saber y conocimiento, y sigue siendo fabricante de cosas. Pero Hizinga le restituyó, ese horizonte que estaba descartado y que parecía poco serio, el juego… la pregunta.

¿La pregunta? – abre Platón –

Sería la primera base sobre la que se sustentan las distintas vertientes creativas del hombre.

¿Nada está dado, pero todo puede darse?

El crecimiento racional y espiritual de la persona depende del desarrollo de esa apertura interior hacia alternativas: En la ciencia, en el arte, en la concepción del mundo, en las relaciones vinculares.

¿Preguntarse es añorar otra posibilidad?

Considero una gran ausencia. Estamos rodeados de posibilidades hechas realidad

gracias al avance tecnológico, informático y telemático y el espacio de la pregunta se está reduciendo considerablemente.

Cuando digo pregunta, digo libertad, digo uno mismo.

Ahora, ¿se está volviendo difícil preguntar? ¿Cómo zafarse de un mundo tan rico para encontrase en alguna “escondida senda” que le sirva a uno de refugio y de creatividad lúdica? (Fray Luis de León)

Esta propuesta apasionada implica precisamente una alternativa para crear alternativas.

Son de preguntas cosechadas de la vida real, experimentadas por ustedes mismos miles de veces y cuando las repiten hay un sentido distinto.

No sólo la tarea es enseñar cosas nuevas, ideas nuevas; también tenemos la misión de promover actitudes que sepan descubrir lo nuevo.