¿Hacer preguntas a las preguntas? ¿Explicaciones?¿Medios para evaluarlas?
El intermediario anima a emprender experimentos que pueden ayudarle a diferenciar entre las múltiples explicaciones alternativas. De este modo, no sólo se aprende a razonar, sino a actuar sobre sus pensamientos. Aunque posiblemente no sea viable comprobar todas las explicaciones relativas a un fenómeno, siempre podrán comprobarse varias.
Desde el rechazo a las preguntas en un extremo, a fomentar el planteamiento y la comprobación de las hipótesis, en el otro. Los niveles van desde la ausencia de cualquier aprendizaje, al aprendizaje rutinario pasivo, analítico y creativo, pasando por el aprendizaje práctico, se suscita de igual modo a los razonadores crítico-analíticos, a los creativo-sintéticos.
Probablemente no dispondrán ni del tiempo ni de los recursos para dar las respuestas, siempre que les hagan una pregunta. Sin embargo, cuando la gente habla de los efectos del nivel socioeconómico sobre la inteligencia, consideramos que pueden estar refiriéndose a una variable que suele estar ocultando otra o varias a la vez. En otras palabras, el nivel socioeconómico puede ser, en efecto, el sustituto de un gran número de variables distintas, como por ejemplo la salud, la nutrición, las oportunidades, el ambiente retardatario, etc.
Pero las estrategias correspondientes en estos puntos pueden ser utilizadas por profesores de cualquier curso y por cualquier padre o madre con independencia de su nivel determinante.
Consideramos que una de las principales acciones viable resulta muy sencilla: tomarse las preguntas muy en serio y convertirlas en oportunidades únicas para que se piense, se aprenda y haya cambio.
En último extremo ese es el objetivo del método dialogado desarrollado por Sócrates. Pero enseñar a formular buenas preguntas debe formar parte de un plan más amplio que consista en enseñar a razonar para ser adultos libres y para reformular las preguntas que consideremos pertinentes.